martes, 13 de agosto de 2013

Mirar adelante

Si miro atrás a estos últimos años, no podría creer que allá tenido que pasar por todo lo que he pasado para estar aquí, precisamente porque "aquí" no se siente como ningún lado. Veo hacia atrás y ya no retrocedo un par de años sino que me voy una década antes y siento que conforme avanzó el tiempo no se obtuvo nada, sino que se fueron perdiendo cosas.

  No sé si ustedes la tengan, pero ayer me topé con una antigua lista de cosas por hacer, cosas simples, incluso tontas que quería(mos) hacer: volar una cometa, ir de picnic a un parque, comer en cierto restaurante, darse un baño. Cosas que, para la mayoría, deberían de resultar muy simples, reconfortantes e incluso rutinarias. Pero nunca sucedieron. Quizá sea porque nos enfocamos tanto en las cosas importantes que se descuidan esas pequeñas acciones. Quizá en la búsqueda de un bien mayor perdemos la perspectiva de lo que a grandes rasgos nos impulsó a lanzarnos en esa búsqueda en un principio.

Yo empecé con una consigna, por demás sencilla: hacer feliz a la mujer que "amobaré". Sencilla en concepto, pero no en aplicación. Verán, hacer feliz a una mujer, para mí, consistía en impulsarla a lograr cualesquiera que fueran sus sueños a toda costa y a aprender más cosas cada día. Ahora, casi una década después, me doy cuenta de que logré hacer eso pero descuidé hasta tal punto los pequeños detalles que al final solo pudo haber un resultado que bien podríamos llamar lógico (aunque yo no lo hago): la destrucción del centro gravitatorio de los sueños.

Una relación, después de todo, es un sueño, una idea, un ideal. Y en el centro de esa compleja estructura debe de haber algo en común que una y re-úna todo lo que gira a su alrededor, como el sol dando vida a miles de millones de organismos. Hay una función, una base y un fundamento primordial para todo y para todos.

Vi esa lista, vi lo que se ha hecho en estos años, las personas que ayudé y en qué medida y las personas que "destruí" y en qué medida. Desde luego, una cosa salta a la vista: yo no aparezco en la historia. Soy o fui una figura actancial en mi vida, pero no el protagonista. El "bien mayor", la "big picture" no estaba enfocada en mí.

En momentos así recuerdo a Horace Slughurn y pienso a futuro como Albus Dumbledore. En tanto que profesor, la labor que nos compete es ocuparse de ver que los demás, quienes nos importan, realicen a toda costa, en la medida de sus posibilidades y explotando cada fibra de su esfuerzo para llegar a ver cumplidas cualesquiera expectativas que se hayan planteado.

Escucho "Nessun Dorma" con Pavarotti. Pienso en la lista y recuerdo un elemento en particular: "casarse". Me parecía tan nimio en aquellos días y ahora parece tan importante. Pero algunos sueños no se llegan a cumplir o al menos no como uno lo esperaba.

Al mirar adelante, desde donde estoy ahora, veo un futuro de cumplir e impulsar sueños ajenos. Traté de enfocarme en los míos, pues claro que los tengo, sin embargo me pongo a mirar adelante y veo lo mismo que hace 10 años: sacrificio y vacío, nada salvo la recompensa de saber que se ayudó a los demás. Y no hay altruismo en la acción, solo tristeza y orgullo.

Miro adelante y veo un Albus Dumbledore, cayendo de una torre, amado pero destruido, rodeado de personas pero abandonado, satisfecho y orgulloso pero muerto, aplastado, con la cabeza abierta y el cabello ensangrentado.